Durante el último tiempo ha adquirido gran popularidad el concepto “low carb”, una tendencia alimenticia que, tal como su nombre lo dice, consiste en reducir el consumo de alimentos con carbohidratos y aumentar la ingesta de aquellas comidas ricas en proteínas y grasas buenas. Por este motivo, me parece interesante hablar sobre esto, conocer en profundidad cuál es la reacción que produce en nuestro organismo -más allá de la pérdida de peso- y entregarles algunos consejos para seguirlo de forma saludable.
Personalmente, durante el último tiempo he estado trabajando con varios de mis pacientes en implementar un estilo de vida “low carb”, y hablo de estilo de vida y no de dieta porque creo que esto es algo que podemos adaptar a nuestro día a día, reduciendo el consumo de carbohidratos en la cotidianeidad. De cualquier forma, esto no significa necesariamente eliminar los carbohidratos complejos de raíz; sino que limitar su consumo a eventos especiales, fines de semana o celebraciones.
Antes de entrar de lleno al tema creo que es importante señalar que los carbohidratos no son malos para nuestra salud, de hecho, ellos cumplen funciones fisiológicas que son fundamentales para el cuerpo humano. No obstante, cuando transformamos este tipo de alimentos en la fuente de energía principal del organismo pueden ocurrir consecuencias como aumento de peso, problemas para quemar la grasa y, en algunos casos, déficit de micronutrientes.
En ese sentido, lo que pretende el estilo “low carb” es convertir la grasa en la principal fuente de energía de nuestro cuerpo, lo que produce que perdamos peso, estemos más enérgicos y tengamos una mayor sensación de saciedad. Además, reducir el consumo de carbohidratos ayuda a recuperar el hambre real, es decir, tú organismo identificará de mejor manera lo que necesita comer y lo que no; aumentará tu proporción de músculo y disminuirá la de grasa (lo que es mucho más efectivo cuando este tipo de estrategia se acompaña con ejercicio); se controlará la glucosa en la sangre; mejorará tu función hepática y se estabilizará la segregación de los ácidos gástricos.
Aunque existe una rama científica más conservadora que todavía ve con recelo estas estrategias para adelgazar, en los últimos años han aparecido diversos estudios que avalan este tipo de tendencias, pues se ha demostrado su efectividad. Sin embargo, para que tengamos los resultados esperados es necesario que elijamos variedades de grasas saludables y consumamos las cantidades adecuadas de alimentos.
Sé que este proceso no siempre es fácil, por lo mismo les aconsejo tomar ciertas precauciones, como por ejemplo, evitar pasar hambre, mantenerse siempre hidratados y, lo más importante, perderle el miedo a las grasas, aprender cuáles son buenas para nuestro organismo y transformarlas en las aliadas de este proceso.
Además, los que quieran motivarse a probar recetas bajo en carbohidratos, pueden ir directo a mi Canal de Youtube, donde verán muchas recetas "Low Carb" para poder llevar este estilo de vida de una forma entretenida y sabrosa, sin que se transforme en un sacrificio inalcanzable. Tal como se los comenté hace algún tiempo en la publicación “Dile adiós al azúcar y a la harina”, la idea es buscar reemplazantes que sean más saludables e impacten positivamente en nuestra salud, pero eso no tiene que significar dejar de comer rico o limitarse en un 100%. Esto consiste en conseguir un equilibrio y adquirir hábitos que sean más saludables para nosotros.
De todas formas, tal como se los recomiendo siempre: es importante consultar a un especialista antes de tomar cualquier decisión sobre cambiar un régimen de alimentación. Recuerden que no todos los cuerpos reaccionan de la misma forma y que debemos tomar precauciones ante este tipo de modificación alimenticia, porque nuestra salud es lo más importante.
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Fuentes:
Cristina Marnich: Mi experiencia
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